El canciller asumió el rol de interlocutor frente a los exportadores. Les prometió un “dólar rentable” y un consejo público-privado para que opinen sobre las negociaciones del Mercosur. Su definición sobre el acuerdo con la UE, China y EE.UU.
El canciller Felipe Solá sigue en tren de seducir empresarios en una suerte de diplomacia doméstica para rectificar la imagen de que el Gobierno pretende enfrentarse al sector privado. Un día después de mantener una nutrida reunión virtual con 75 cámaras del país, el ministro repitió el mismo mensaje ante otra platea remota de hombres de negocios, esta vez convocados por la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina (AmCham): que el Gobierno está dispuesto a acompañarlos en sus esfuerzos exportadores y que “la decisión de ser empresario es lo que más hay que proteger en esta salida” de la pandemia.
Desde la Cancillería aseguran que la orden de tender puentes con el empresariado baja directo de la Casa Rosada. Sin ir más lejos, el propio presidente Alberto Fernández viró de las críticas públicas a algunos grandes popes de la industria local al inicio de su gestión a mostrarse junto a ellos en inauguraciones. Esta semana, además, recibió a las cabezas más grandes del sector en la Quinta de Olivos, veinticuatro horas antes de anunciar la extensión de la cuarentena en los distritos más comprometidos por el brote de Covid-19.
Como brazo articulador de las exportaciones, con el retorno de esas funciones a la Cancillería, Solá asumió esta semana el rol de interlocutor frente a los empresarios que venden al exterior y de cuya actividad depende el Gobierno para el ingreso de divisas. El propio canciller lo dejó claro, en la teleconferencia organizada por la Amcham: ” No vamos a tener dólares de créditos, salvo casos excepcionales, para financiar al sector público” por lo que solo podrían ingresar a través del turismo —hoy en pausa debido a las restricciones fronterizas— o las exportaciones. Mientras, deberán emitir “un tiempo más, eso es inevitable”.
En tal sentido, argumentó que “la política de exportaciones requiere de un dólar rentable, que la haga competitiva”. Y que en el Gobierno consideran que “el tipo de cambio no debe estar nunca subvaluado, mucho más con las obligaciones que la Argentina tiene ahora”, añadió. Además, Solá sostuvo que el Gobierno tendrá que impulsar la recuperación “rubro por rubro”, para que “las empresas vuelvan a sentirse empresas, que vuelvan a sentir que tienen un futuro, que tienen un respaldo, y que vamos a respetar el saber empresario”.
Al igual que en el encuentro del día previo con las entidades exportadoras, al canciller se lo notó mucho más cómodo en esta función que en su “impensada tarea de importar argentinos” varados por todo el mundo desde el estallido de la pandemia, tal como confió. “Es una combinación de defensa de las exportaciones argentinas en los organismos multilaterales, de defensa de los mismos al interior del Mercosur, que integramos y seguiremos integrando, y al mismo tiempo, una asistencia casi artesanal a casos individuales importantes que se enfrentan a problemas concretos locales, de otros ministerios, de limitaciones vinculadas las provincias o a la legislación, y limitaciones externas”, describió el norte de su gestión.
La reunión con las 75 cámaras de los diversos rubros estaba planeada, originalmente, como un mega encuentro en el Palacio San Martín para la misma semana de marzo en la que se declaró la cuarentena a nivel nacional, por lo que tuvo que cancelarse. El miércoles finalmente se concretó, con la participación también de funcionarios de los ministerios de Producción y Agricultura, Ganadería y Pesca. El secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Jorge Neme, destacó en ese ámbito las consultas permanentes con el sector privado en el marco de los acuerdos comerciales y les adelantó la idea de crear un consejo público-privado como órgano asesor respecto a los efectos potenciales de las negociaciones internacionales sobre las diversas cadenas productivas. Todavía no está claro qué forma adoptaría: la pandemia, explicaron a PERFIL, limita los formatos a lo digital.
En ambas reuniones, Solá repitió que el Gobierno no tiene intención de abandonar el Mercosur. Tras disipar las tensiones en torno al tratado con Corea del Sur, hoy prosiguen las reuniones de coordinadores, revisando cada uno de los acuerdos en curso. Otras definiciones se postergaron, como la reducción del Arancel Externo Común. En el Gobierno lo atribuyen esta vez a las presiones de los industriales brasileños al gobierno de Jair Bolsonaro, atrapado entre las llamas de la emergencia sanitaria y sus propios escándalos político-judiciales. Desde la Argentina, donde promueven una negociación punto por punto, producto a producto, para retrasar la definición cuanto se pueda, no se opusieron, al contrario.
Respecto al futuro del acuerdo Unión Europea-Mercosur, Solá explicó que “la parte comercial está cerrada” y que continúa la revisión jurídica, con la casi segura introducción de algunos cambios vinculados a posiciones europeas. Solo después se firmarán los originales, una vez que hayan sido traducidos al español, “lo que llevará unos meses”, dijo el canciller, para recién luego ingresar al Congreso. “La actitud que tenga el Ejecutivo será determinantes de la actitud del Parlamento”, comentó.
No obstante ello, admitió que su propia postura se había modificado con respecto a lo que pensaba hace un año, cuando no ocupaba este rol. “Tenemos críticas al acuerdo bien fundadas pero hay un elemento que nos hace dudar de nuestra posición, que es la velocidad de los cambios tecnológicos, los cambios en los mercados, la incertidumbre sobre el futuro. Tenemos miedo de caer en algo que no queremos caer, que es pensar que si los demás cambian y nos pueden llevar por delante, por qué la Argentina no puede cambiar y aumentar su competitividad con la incorporación de tecnología mucho mayor”, manifestó.
Reconoció que “el acuerdo mantiene una cuota muy avara de productos primarios y manufacturas de origen agropecuario. Creo que Europa se ha abierto poquísimo”. Pese a lo cual todavía hay resistencias en algunas naciones al otro lado del Atlántico. El miércoles, de hecho, el Parlamento de los Países Bajos votó en contra del acuerdo, en sintonía con la oposición que había manifestado el Legislativo austriaco en septiembre del año pasado.
Acompañado por Neme también en la AmCham, el canciller trazó un panorama incierto sobre el AmCham futuro post-pandemia. Remarcó que “más allá de las reacciones solidarias” entre naciones, “hay una tendencia a cerrarse”. Y puso un signo de interrogación sobre cuánto se avanzará en cooperación desinteresada en el marco de la pandemia. “Dime de qué hablas y te diré lo que escondes. Si se habla tanto de que los bienes (en referencia a las investigaciones para paliar la crisis sanitaria) tienen que ser accesibles a todos los países, es porque hay un gran peligro que no sea así”, opinó.
Por último, respecto al mundo por venir, Solá vaticinó que sería uno tendiente a la regionalización, y que se aceleraría la configuración bipolar en torno a dos extremos “duros”, con Estados Unidos y China. “O estás en el área china, o resistís y estás como Europa, entre un lado y el otro, o estás en el área de influencia americana. Para polarizar, ambos polos ofrecen poco. Piden mucho y ofrecen poco”, concluyó el canciller, poniendo el foco en el futuro político de Estados Unidos, que en noviembre acude a las urnas. “La política china parece seguir su camino menos influida por lo que pasa en el mundo”, cerró.