En diálogo con El Cronista, el CEO de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina habló sobre Vaca Muerta, las energías renovables, el cepo al dólar y el financiamiento externo, desafíos para maximizar inversiones en el país.
Las relaciones de la Argentina con Estados Unidos históricamente saltaron de extremo a extremo y las operaciones de las empresas quedaron afectadas por los vaivenes macroeconómicos.
Con la energía como uno de los pilares sobre los que la economía argentina se podría asentar en los próximos años, la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en la Argentina (AmCham) organiza este miércoles 12 y jueves 13 un foro con funcionarios, diplomáticos y ejecutivos del sector privado para dinamizar los lazos y tender nuevos puentes para que se materialicen inversiones.
En la antesala del encuentro, que se realizará por vía digital desde las 9.30 ambos días, el CEO de AmCham Argentina, Alejandro Díaz, conversó con El Cronista y planteó oportunidades y desafíos que tiene el país en materia de energía.
– ¿Cuál es la importancia que le asignan las empresas estadounidenses a sus operaciones de energía en Argentina?
– La energía es una de las plataformas más importantes de AmCham, junto a Salud y Telecomunicaciones. La venimos trabajando desde 2011, cuando se empezó a hablar de que la Argentina tenía la segunda reserva mundial de gas y la cuarta de petróleo no convencional –Vaca Muerta-, lo que le abría las puertas al país para ser una de las grandes potenciales petroleras en el mundo.
Si bien eso iba a depender de las habilidades y capacidades de la Argentina de crear un clima de negocios que permita las inversiones requeridas para esa explotación, se marcaba un camino similar al que tenía Estados Unidos en 2005 o 2006, cuando se producen los primeros descubrimientos de shale en la roca madre.
Después de 15 años, EE.UU. cambió dramáticamente y logró el autoabastecimiento de petróleo y gas, con lo que se transformó en un jugador mundial de relevancia y geopolíticamente dejó de ser un país fuertemente dependiente del mundo para garantizarse el suministro de energía.
Argentina podría encontrar el autoabastecimiento y convertirse en un gran jugador global, con una fuerte inversión, más allá de subas y bajas en los precios internacionales.
En ese escenario, a partir de 2011 comenzamos un programa de articulación público-privada, con funcionarios nacionales y provinciales del Ejecutivo y Legislativo que participan en EE.UU. de encuentros en los que se les transmite la importancia de desarrollar y adquirir la experiencia para replicarla en Argentina.
Hoy la limitación no es técnica, porque las empresas siempre encuentran patrones de mayor eficiencia en la exploración. El desafío es crear un clima de negocios atractivo para maximizar los efectos de estas inversiones.
Argentina es un país dotado de recursos energéticos renovables y no renovables. Todo va a depender de la capacidad política de generar un marco de incentivos.
El AmCham Energy Forum es para que expertos del sector privado y público puedan compartir sus perspectivas de crecimiento y las implicancias para la economía. Tenemos invitados a gobernadores, especialistas, académicos y profesionales.
– ¿Qué características propias del país atraen la inversión y cuáles creen que son los flancos débiles?
– El recurso está localizado en Argentina. El precio internacional del petróleo está a niveles razonables como para retomar inversiones. El tema del gas es distinto, porque se necesita infraestructura para almacenarlo y en la actualidad el país sigue dependiendo de importaciones en invierno.
Estamos atentos al manejo de las divisas y la administración de las importaciones. Muchas empresas requieren mayor fluidez para importar insumos y equipamiento para la producción.
Hay otros elementos adicionales como la limitación para acceder al mercado único de cambios y la restricción para girar dividendos. Las empresas evalúan constantemente sus flujos de fondos y estos son temas que siempre están en análisis.
– ¿Pudieron ser parte de las discusiones sobre el nuevo proyecto de ley de promoción de inversiones petroleras?
– No hay claridad todavía sobre el proyecto a estudiar y no percibimos que tenga prioridad parlamentaria en los próximos dos meses, entendiendo que este año el funcionamiento del Congreso está limitado por la campaña electoral.
– En relación a las energías renovables, ¿cómo ven las compañías de EE.UU. el avance de los últimos años y el estancamiento en las licitaciones?
– Hubo un proceso significativo de inversiones dependientes de financiamiento externo como de la ex OPIC.
Los proyectos renovables son básicamente financieros y la ventaja era la contratación a 20 años a precios predecibles, predeterminados.
Los objetivos de esta política se consiguieron, aunque estamos lejos de alcanzar el 20% en 2025. Debería instrumentarse un mecanismo como lo fue el programa RenovAr, con claridad de precios.
La política de precios en materia de generación eléctrica es compleja y algunas figuras de esta administración buscan pesificarla, lo que sería alejarnos del mundo, porque los costos son dolarizados, con la meta de que los usuarios tengan tarifas accesibles.
Hacia adelante, la factibilidad de incorporar nuevos proyectos es acotada.
– En campaña, el Gobierno prometió desdolarizar la energía y ejecutó la Resolución 31/2020, que afectó a distintas firmas que forman parte de AmCham. ¿Es motivo de preocupación que puedan pesificar otro tipo de contratos?
– Todo pega en la estructura de costos. El problema de la generación eléctrica en Argentina es que no es eficiente. Los costos de generar están por encima de los que son competitivos en el mundo. Si no se invierte para hacer competitiva la estructura, hay un problema.
Una segunda discusión es si ese costo se paga en pesos o en dólares, con qué índice de inflación se actualiza, cómo será la transferencia de subsidios, lasdeudas de Cammesa. Hay un problema estructural. Después está cómo se remuneran esos costos.
– ¿Qué plantea la cámara respecto a la política energética y tarifaria, a la luz del reciente choque entre el ministro de Economía, Martín Guzmán, y el subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo?
– Un proyecto de inversión es a largo plazo, 10 o 20 años. La dificultad se plantea en que hace falta un plan o programa sustentable y permanente, con reglas de juego claras.
El no tener consensos sobre políticos de largo plazo generan incertidumbre y la inversión queda en stand by hasta que haya mayor precisión.
– Venimos de un conflicto en Vaca Muerta, donde cortes de rutas paralizaron la actividad durante tres semanas. ¿Qué impacto puede tener en la imagen internacional del sector petrolero argentino?
– Los actores internos conocen el país, saben de estas situaciones. Es difícil de entender bajo la perspectiva del exterior.
¿Cómo puede ser que la decisión de un grupo de civiles pueda definir la imposibilidad de transitar y que el Estado demore en accionar y regularizarlo rápido?
Se ve con decepción, frustración, que Argentina pueda ser un jugador mundial en la provisión de energía y no lo pueda aprovechar. El retorno que se pide es mayor y por eso cae la inversión.
La potencialidad es tan alta que a veces no se entiende por qué no se alcanzan consensos económicos y sociales para construir un clima de negocios a largo plazo.
No se entiende por qué hubo que esperar tres semanas para normalizar el tránsito en la provincia. Y queda latente que situaciones como esta se pueden repetir.