La tendencia marca la radicalización de los espacios de mayor relevancia política en el gigante del Cono Sur. Desde la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina analizaron los posibles escenarios y el impacto en la relación comercial bilateral.
Los resultados del escrutinio en Brasil, este domingo, profundizaron la polarización del 2018 cuando Jair Bolsonaro triunfó en el ballotage luego de alcanzar un 46,3 por ciento de los votos, casi 20 puntos por encima a los que obtuvo el aspirante del Partido de los Trabajadores (PT), Fernando Haddad (28,9%).
De cara a una segunda vuelta que permitirá definir el 30 de octubre el rumbo de la economía más grande de la región Alejandro Díaz, CEO de AmCham Argentina, dialogó con Federico Merke, investigador del CONICET y director de la Maestría en Política y Economía Internacionales de la Universidad de San Andrés.
“El resultado fue mucho más ajustado de lo que preveían la mayoría de los sondeos de opinión”, introdujo Díaz y planteó que “ante la situación de una segunda vuelta crece la importancia de saber cuál será el comportamiento del 9% de los votos restantes”.
“Pensar que el apoyo de Simone Tebet, una centrista que obtuvo el 4,2%, irá hacia Jair Bolsonaro o que el centro izquierdista Ciro Gomes -quien siempre ha sido el tercero y que ocupó un Ministerio durante uno de los gobiernos de Lula- apoyará oficialmente a Lula, es un tanto apresurado”, analizó Díaz y destacó dos factores de peso.
Por un lado indicó que “la depresión económica de 2014 a 2016, durante el gobierno de Lula está menos presente por haber pasado ya más de 6 años, y la situación de deflación de los últimos 2 meses, con un leve crecimiento del gobierno de Bolsonaro no es suficiente”.
“Aunque son más relevantes los miles de millones en transferencias de efectivo y subsidios a los brasileños más pobres asignado por el actual presidente, no es suficiente”, dijo pero advirtió que, aún hoy, “está muy presente en el electorado el enorme escándalo de corrupción conocido como Lava Jato, durante la presidencia del expresidente Lula”.
El primer interrogante a Merke ahondó sobre el rol de las encuestas que, tal como viene sucediendo en distintos países del mundo, no acertaron en su pronóstico. “Se equivocaron menos con Lula que con Bolsonaro”, dijo Merke y aclaró que en el caso del ex presidente brasilero las cifras se colocan dentro del margen de error, mientras que al actual líder le restaron entre 10 y 15 puntos.
En este sentido, el analista planteó que “evidentemente hay un electorado pro – derecha que no está contestando encuestas que no está apareciendo en el radar de las encuestadoras, y, al mismo tiempo, alimenta la idea de Bolsonaro de que las encuestas están fraguadas”.
¿QUÉ MANDA? ECONOMÍA O IDEOLOGÍA
Enseguida, a través del Sapace de AmCham en Twitter, Díaz se enfocó en el peso de la situación económica actual que da señales de recuperación pese a la inflación de 2 dígitos.
“La situación económica en Brasil no es muy positiva”, respondió Merke y dijo que hay “algunas situaciones de recuperación y algunas de crecimiento pero a costa de muchísima plata que Bolsonaro inyectó a través de planes sociales”.
En ese sentido, marcó que ese aspecto puede haber generado un efecto pero que “es menor”. “La gente que votó a Bolsonaro no lo hizo con el bolsillo”, afirmó y apuntó al voto “identitario”, que incluso superó las expectativas.
“Esta es una elección de rechazos”, agregó el especialista de la Universidad de San Andrés y explicó que si bien hay mucha gente que “esta desconforme con Bolsonaro”, al mismo tiempo, “no quiere saber nada con Lula porque lo identifican con un esquema de corrupción, con el Lava Jato que, según el Departamento de Justicia de EE.UU, es el mayor caso externo de corrupción de las últimas décadas”.
En contrapunto, Merke opinó que “hay un sector que no simpatiza con Lula pero tiene un enorme rechazo hacia el actual mandatario”.
En consecuencia, los resultados dan cuenta del surgimiento del “Lulismo” y el “Bolsonarismo” como un fenómeno de personalidades que no se ve desde hace décadas y va a tornar “muy competitivas” las próximas elecciones, según Merke.
ESCENARIOS CONTRAPUESTOS
“Tiendo a pensar que Lula tiene más chances (en el ballottage), que está mejor posicionado, pero esto no es matemático, todavía tenemos que entender mucho mejor ese electorado, el Brasil profundo, que es más conservador de lo que se pensaba y que ha encontrado en Bolsonaro un líder que expresa buena parte de sus sentimientos”, aclaró.
Luego, sobre el impacto en el plano local, Merke dijo que el triunfo de Lula puede representar una “buena noticia” para el Gobierno de Alberto Fernández por las “afinidades ideológicas” que tiene Fernández con Lula y, “obviamente -agregó-, representa una mala noticia para la derecha, representada por Javier Milei que apoyó la relección de Bolsonaro, públicamente”.
En el plano bilateral las dos alternativas abren escenarios muy distintos. Según el investigador, un nuevo gobierno de Bolsonaro sería “más de lo mismo”, lo que se traduce en la “falta de una agenda estratégica entre Argentina y Brasil, una suma de desacuerdos y miradas muy distintas acerca de cómo encarar varios temas, incluso, la relación con los países de América del sur”.
Ante el regreso de Lula como líder de Brasil, según Merke, se abre un horizonte que permite pensar una agenda “más densa” en términos comerciales en puntos como alimentos, energía, cambio climático, pero además, en materia de derechos humanos y, en relación a los vínculos con China y la Unión Europea.
Para cerrar, el analista advirtió que este escenario más favorable en términos de relacionamiento entre ambos países, iniciaría recién en enero con la llegada de Lula al poder, lo que marca un corto plazo para capitalizarlo políticamente ya que en Argentina, en los primeros meses, del 2023 inicia la campaña electoral.
“Lula va a tener una conversación prudente con Alberto Fernández, porque ya tiene que mirar cómo se posicionan las fuerzas políticas de cara a las elecciones porque deberá gobernar con quien gane el año que viene”, precisó.