En una entrevista con Forbes, el director general de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en la Argentina analiza los primeros pasos del Gobierno Milei y el potencial de la relación entre los dos países.
“Optimismo mesurado”, así califica el CEO de AmCham al clima de negocios que se vive entre las empresas de origen estadounidense que operan en la Argentina durante estas primeras semanas de la gestión Milei. En días de una intensidad de trabajo poco habitual para esta altura del año, Alejandro Díaz deja de lado la extensa lectura del mega DNU y el reciente paquete de medidas por unos minutos para recibir a Forbes en una entrevista donde analiza el rumbo del nuevo Gobierno.
Hace muchos años que uno viene escuchando una visión del Embajador Stanley y también de AmCham de que Argentina tiene un gran potencial y que es hora de generar acuerdos para que ese potencial se concrete. ¿Creen que el país va rumbo a esos acuerdos en esta etapa que se inicia?
Sí. Separaría el tema del rumbo del acuerdo como metodología para establecer políticas de largo plazo. Creo que el concepto de políticas de largo plazo (y por ende del consenso de todos los actores intervinientes) es necesario independientemente de la situación crítica o no que tenga un país, es independiente de quién es Gobierno. Cualquier país que quiera evolucionar tiene que utilizar los consensos de los múltiples actores para buscar una resolución o una definición de una política de Estado que sea de largo plazo. Históricamente, nosotros pensamos que el rol del sector privado tiene que ser mucho más activo en fijar y participar de esos consensos. La experiencia en el pasado no ha sido así, en general, al sector privado no se lo ha considerado en su rol real de generador de riqueza y de desarrollo. Por ende, el grado de influencia participativa ha sido aislado en función de actores determinados y no en función de una visión consolidada, diría yo. Pero el gran problema también lo tiene el sector privado por la falta de representatividad en muchos casos para poder tener instituciones dentro del sector privado que reflejen un común denominador del sector. Entonces esa inexistencia histórica de la Argentina hace que las interacciones con el sector público sean puntuales, sectoriales, específicas o basadas o en los intereses personales del que interactúa. El sector empresario nunca ha conseguido articular ese espacio como sí lo hizo el sector sindical y, por ende, las intervenciones para el sector privado son normalmente a título personal o a título individual y no como en una representatividad de discutir lo que Argentina muchas veces no discute, que es el modelo de país que quiere.
¿No es lógico que los privados negocien sus intereses particulares en vez de tener una visión de conjunto que por ahí les demanda un tiempo o un esfuerzo que lo aleja de su práctica cotidiana?
No estoy discutiendo el lobby como mecanismo de influencia. En Estados Unidos está muy clarificado cómo se hace lobby, no está mal visto. Acá vos decís lobby y parecería que estás hablando de una mala palabra. En Estados Unidos está perfectamente legitimado, perfectamente establecido, hay una ley de lobby, Argentina no tiene una ley de lobby, más allá de los intereses personales que a veces afectan esas negociaciones. Pero lo que yo dije no va en contra del lobby como instrumento de interacción con el sector público porque eso es indispensable. Cuando tenés que representar los intereses del sector empresario en su conjunto ahí no hay un instrumento ni hay una mecánica establecida.
En general, las primeras medidas del Gobierno fueron celebradas por el sector financiero, pero hay un mayor interrogante por ahí en el sector productivo al no haber un plan económico completo, sino por ahí medidas aisladas. ¿Ustedes cómo están observando esto y qué señales piensan que todavía faltan dar?
La historia nos demuestra que no vamos a tener durante los próximos 8 o 10 meses un plan de sustentabilidad, porque justamente es tal la distorsión que se produjo en la economía durante los últimos 2 años que el plan que está hoy es un plan de restablecimiento de parámetros relativos. Es un plan claramente de emergencia, no es un plan de sustentabilidad porque no están dadas las condiciones tampoco para hacerlo. Todas las empresas tienen que reacomodarse a ese plan de emergencia. Van a poner sus energías ahora en el mercado, la competencia, el competidor, no en la persona que me diga si yo puedo importar, no importar. Pero ese plan de emergencia cambia un poco el paradigma, lo mismo que el DNU, va en un paradigma diferente. Ahora, vos me decís: ¿el rol del Estado es nulo? No, el Estado es inviable que sea nulo. El mejor país para ver eso es Estados Unidos. Libre mercado, libre empresa, pero el Estado tiene un rol intervencionista. Bueno, pero tendrá que ser diferente. La Secretaría de Comercio en lugar de preocuparse por la negociación de precios va a tener que fijarse para que no haya distorsiones y abusos monopólicos en el mercado y va a tener que usar el rol de la competencia, revisar la competitividad si no es adecuada, que revise si hay constitución monopólica que afecta los intereses de los ciudadanos. A nadie se le ocurriría en Chile o Estados Unidos negociar en una mesa si vos tenés que aumentar 5% por mes o si tenés que aumentar el 11%. Otra anomalía: ¿quién genera el crecimiento? ¿El consumo o la inversión? Yo vengo escuchando durante más de una década que es necesario alimentar el consumo. El desarrollo lo da la inversión. Entonces, si vos no tenés criterios de inversión necesarios para establecer un lugar de inversión, no vas a crecer. Tenemos la carga tributaria de mucho de los países más desarrollados de la OCDE, cuando tenemos más del 45% de informalidad tanto previsional, laboral como tributaria. Al menos este objetivo de corto plazo, es restablecer las variables o que el mercado restablezca progresivamente sus variables. Y después va a tener que venir un plan de sustentabilidad.
¿Qué clima percibe entre las empresas de origen estadounidense que operan en la Argentina? ¿Hay más optimismo o preocupación?
Preocupación no. Más preocupados de lo que estábamos hace 2 meses, no. Yo no diría la palabra optimismo, yo diría que hay un optimismo mesurado. Primero, porque la situación es muy grave y muy compleja. Por otro lado, porque las soluciones recién se están encarando. Sabemos que todavía no es el plan de sustentabilidad, hasta ahora tenés un plan de supervivencia. La pregunta es cuál va a ser el plan de sustentabilidad que te permita crecer, eso no lo sabemos todavía. Ahora, ¿cuánto tiempo puede continuar este plan de supervivencia? Probablemente no mucho, en algún momento tenés que pensar en el crecimiento. Tenés tres niveles de análisis en relación al DNU: un nivel de intencionalidad que está perfectamente alineado con el cambio de paradigma. Lo segundo: cómo termina aplicándose en la realidad, porque los mecanismos de objeción están establecidos y por ende puede haber objeciones con respecto a la inconstitucionalidad del decreto. Y tercero: porque impacta sectorialmente. Entonces, AmCham tiene que hacer un análisis exclusivamente basado en el sector empresarial y ver el nivel general y el nivel particular del sector. En base a eso daremos como siempre nuestra opinión fundada con respecto a cuál vemos que es la problemática y cuáles serían las potenciales soluciones.
Por lo poco que se está viendo, ¿qué oportunidades de aparecen como más atractivas para invertir en el país en esta etapa que se viene?
Es una pregunta que escucho y no quiero repetir la respuesta obvia y mencionar la energía, la minera, la ciencia del conocimiento, la bioeconomía. Eso es lo habitual de Argentina, que son las fortalezas que ha construido y eso está claro. Ahora, creo que Argentina después de 20 años la problemática es mucho más compleja y viene la configuración que es más geopolítica en ese sentido. El mundo cambió, el mundo ya no es un mundo globalizado como era hace como 10 o 20 años, ahora es un mundo regionalizado. Bueno, ¿Argentina va a aprovechar esas ventajas de la nueva regionalización establecida por ejemplo en el friendshoring, en el reshoring? ¿Va a poder hacer algo con el nearshoring? ¿Va a poder trabajar con una mecánica comercial mucho más inteligente y abierta? Parecería que es la intencionalidad que la canciller Mondino expresó especialmente esta semana a partir de la intención de participar en la OCDE y transformar nuestras políticas públicas con las ventajas competitivas que el desarrollo aporta. El tema es si se produce una construcción de una confianza a largo plazo. Se dan tres elementos. Hay que reconstruir la confianza en términos de cuáles son las reglas de juego de la Argentina. Segundo, la estabilidad macroeconómica. Es muy difícil establecer decisiones de inversión en el entorno macroeconómico absolutamente vulnerable como el que tenés. Y tercero, las oportunidades no están solamente ceñidas a los sectores claves que te mencioné, las oportunidades están en que Argentina hoy es super barato para adquirir. Yo creo que cuando se reciclen estos dos fenómenos (especialmente el primero que es la construcción de confianza) en un país que el precio de la Argentina es barato, quedate tranquilo que las oportunidades deberían ser revulsivas como lo fueron 91, 92, 93 y 94, probablemente el mejor ciclo de M&A de la Argentina. ¿Y por qué no? Si Argentina establece la confianza, las políticas públicas y se genera por lo menos un lineamiento de un plan razonablemente sustentable en el tiempo la inversión va a venir y no solamente en los sectores de fortaleza estratégica.
Habló de dos puntos fundamentales: el orden macroeconómico y restablecer confianza como paso previo a la llegada de inversiones. Parecen condiciones complejas en Argentina donde hubo tantos cambios de regla de juego e incluso gobiernos de signo más aperturista como este ahora aumentan las retenciones al 15%.
Cualquier país especialmente en una situación con tantas distorsiones macroeconómicas como tiene la Argentina obliga a cualquier gobierno, por muy sensato que fuera, a tener que cambiar sistemáticamente. Ahora, vos me decís, habían anunciado aumento de 15% de retenciones ¿Eso es lo que se llama rule of law? No, no es rule of law, eso es revisión (con un objetivo que es el déficit fiscal cero) de cómo vas a manejar tus recursos y por ende tus ingresos. Entonces eso no está mal visto desde el punto de vista de incertidumbre, las políticas podés cambiarlas. Es más, lo ideal hubiera sido que dijeran concretamente que las retenciones van a tener un año de vigencia en lugar de dejarlo tan indeterminado. Incertidumbre es cuando vos ves que de alguna manera la política intervencionista (que fue la que tuvimos durante muchos años) afecta tu capacidad de tomar decisiones. Acá vos podés decidir, durante este período sabés que tenés 33% y vos definís cuándo exportás, cuándo no exportas, cuánto cosechás, si cosechaste si lo guardás o no lo guardás, son decisiones empresariales. Pero yo no lo vería como falta de reglas de juego. Nuevamente, esto no pasa en un país normal porque no somos un país normal. Bueno, probablemente si hay una recuperación en el segundo semestre de este año y empezamos a encauzar ese recorrido probablemente el año que viene estas distorsiones que hoy se plantean hayan sido mitigadas y que el Gobierno pueda definir una política más creíble y tengamos más inversiones el año que viene y tengamos más inversiones en el 2026 y el 2027 estaríamos probablemente con una inflación de un dígito. ¿Por qué no?
¿Cuáles serían las señales a las que ustedes prestarían más atención a la hora de analizar esta restitución de confianza? ¿Pasa por la consolidación fiscal, por las reformas a implementar, la estabilización macroeconómica?
Si las medidas que van en la dirección que todos creemos que son correctas se empiezan a encontrar con trabas que no las hacen implementables y esa no implementación pone en riesgo el crecimiento sustentable y el desarrollo de los negocios, entonces esa confianza que hoy tenemos, probablemente no la tengamos. Entonces si no se implementan es un problema, un problema que afecta a la Argentina y por ende a las inversiones que quieran venir del exterior o las propias inversiones de los argentinos. Yo creo que hoy cualquier economista que toma la Argentina sabe lo que tiene que hacer, el problema es ¿tiene políticamente las condiciones para poder hacerlo? Bueno, la incertidumbre apunta a eso. ¿Este Gobierno va a poder hacer la transformación que dice que va a hacer? ¿Va a tener las condiciones para poder hacerlo? ¿Va a haber un respaldo político para que lo haga? ¿Va a haber un respaldo social para pagar el precio o el costo en el corto plazo? Bueno, esas son respuestas que hoy no te puedo dar, pero lo veremos en el transcurso del tiempo.
¿Pudieron reunirse con las nuevas autoridades?
Sí. Tenemos un diálogo fluido con ellos.
¿Y han tenido una buena recepción? ¿Los interrogantes que ustedes han planteado piensan que fueron bien recibidos?
Es una buena pregunta. En general AmCham ya hace más de 10 años que tiene un acceso fluido con cualquiera que sea Gobierno, tanto a nivel nacional, provincial como municipal, tanto a nivel ejecutivo, legislativo, inclusive con programas vinculados al desarrollo de la Justicia. Lo nuevo, que valoramos, es que la capacidad de escucha es distinta, absolutamente distinta. Habitualmente nos escuchaban como parte del proceso lógico de: “Y… lo tengo que escuchar”. Segundo tema: nos citaban para plantearnos las soluciones, que en muchos casos no estábamos de acuerdo, en muchos casos era too late. Bueno, eso parecería que cambió. Te doy un ejemplo: reunión de la semana pasada por el tema del Bopreal. No vinieron a presentarnos el Bopreal, vinieron a preguntar dada la dimensión de la deuda comercial, nosotros habíamos sacado documentación que avalaba ese riesgo e inclusive habíamos dado propuestas de soluciones tanto en el stock de deuda como en el flujo. Fueron a escuchar. ¿Con qué criterio? ¿Cómo hacemos para que este título sea atractivo para cancelar aceleradamente la deuda existente? Cuéntennos qué piensan. ¿Cómo lo ven atractivo para que nosotros podamos diseñarlo de acuerdo a ese factor de atractividad? Eso no era común en el pasado. Es una capacidad de escucha distinta, por ahí una capacidad de influencia diferente. Y eso es aire fresco para esa interacción, con lo cual es más fácil después validar los acuerdos, porque fuiste parte de un proceso en el cual te consultaron desde el comienzo, entonces después es más fácil acordar porque fuiste parte.
Vayamos a lo geopolítico. ¿Este reposicionamiento argentino en el mundo podría fomentar el comercio entre Argentina y Estados Unidos?
A veces hay que entender un poquito cuán condicionante es la geopolítica del cambio de las variables de comercio en el corto plazo. Yo creo que la geopolítica influye al largo plazo, no al corto plazo. Entonces si vos me decís: “El cambio de la matriz exportadora argentina va a cambiar en los próximos 2 años producto de la mejora de relación bilateral con Estados Unidos” te diría no, daría la impresión de qué no. ¿Por qué? Porque hay barreras importantes, como por ejemplo las barreras paraarancelarias de Estados Unidos en biodiesel, la limitación de los cupos de los limones o de los productos cárneos, los problemas que tenemos en cupo en el acero y el aluminio. O sea, hay limitaciones en el corto plazo. Ejemplo: entrar a la OCDE es un proceso de 4, 5 o 6 años; modificar o hacer activo el acuerdo Argentina-Unión Europea, 28 países europeos tienen que validarlo, eso va a llevar 5 o 7 años; si cerramos el acuerdo Mercosur-Singapur el efecto lo vamos a tener dentro de 3 o 4 años. Digo, el impacto de esas decisiones geopolíticas en el comercio y por ende en la realidad del día a día de la economía argentina tiene un proceso. Ahora, es mejor estar en ese recorrido que no estarlo. Entonces, en algún momento ese realineamiento geopolítico y esa visión aperturista de una Argentina competitiva va a permitir a través de esos acuerdos tener una mejor competitividad exportadora dentro de 5, 7 o 10 años.
A pesar de este alineamiento occidental uno percibe cierta tensión por la identificación ideológica del actual presidente con Donald Trump. El embajador Stanley ha marcado como prioritarios ciertos aspectos como derechos humanos y cambio climático, que parecerían no estar en el centro de la agenda de la nueva gestión. ¿Estas diferencias pueden ser una traba en la relación bilateral?
No. Te lo pongo al revés, porque no me quiero quedar en los dos aspectos que vos mencionaste exclusivamente. Una cosa es el Gobierno de los Estados Unidos y otra cosa es la administración demócrata de este momento, que siempre se ha preocupado por los derechos humanos. Eso es natural y está en la agenda estratégica de Estados Unidos para con el mundo. Eso no es la geopolítica de Estados Unidos. La geopolítica de Estados Unidos cambia, hubo un cambio dramático en la administración de Biden liderado básicamente por Jake Sullivan en el cual cambian el concepto de lo que había planteado la administración de Trump con respecto a China. Ese enfrentamiento con una hipótesis del reshoring era inviable. ¿Por qué era inviable? Porque si limitás una de las dos economías que representan al 42% del PBI mundial, limitás tu capacidad de ser competitivo. Estados Unidos se abastece con esa economía. Lo que podés hacer es canalizar, que es el concepto de de-risking que hoy se tiene que es: voy a enfrentar a China en los aspectos que sean estratégicos (minerales estratégicos, telecomunicaciones) y en eso voy a tratar de plantear mis políticas competitivas en un mercado competitivo. Esa geopolítica de China que parece que es irrelevante para nosotros es muy relevante y afecta el concepto de pérdida de globalización a un concepto de la regionalización. Entonces aparece otro concepto que sería el nearshoring. Y después ves el friendshoring, cuando ves el friendshoring Argentina o el Cono Sur son claramente la opción. Ahora, ¿cuáles son los actores del Cono Sur? Brasil, hoy la política del Brasil a la lectura del National Security Council no está tan optimista como la veían en febrero de este año cuando Lula asumió. La ven confusa para los intereses americanos. Con lo cual tiene que haber otro actor que sea relevante y aparecen dos actores: Colombia (es difícil alinear la política del presidente Petro con la visión geopolítica de Estados Unidos) y Argentina. Por eso Biden hizo la reunión con Alberto Fernández y dijo claramente que él no solamente recibió a Alberto Fernández, sino que también recibió a 47 millones de argentinos. Pero vuelvo al punto tuyo: no importa quién es el presidente de la Argentina, si está alineado estratégicamente bien, no importa si puede estar más o menos vinculado a Trump, no importa si Trump puede ser un rival importante a Biden en las elecciones. En el fondo hay un objetivo más importante que es mantener una alianza estratégica con la Argentina en función del nuevo rol de América del Sur que tiene Argentina.