En una entrevista con Infobae, el director ejecutivo de la cámara de empresas de EEUU en Argentina se refirió a los primeros meses de la gestión de Milei y afirmó que el rumbo “representa la visión de un modelo occidental que el país necesita”. La previa del Summit de esta semana.
“No hay mucho margen para seguir aumentando los precios, la gente debate cuántas veces a poder comprar carne en el mes”, afirmó Alejandro Díaz, CEO de Amcham, la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina, como parte de su diagnóstico sobre la realidad económica. El efecto para las empresas de la entidad, que según explicó representan 7 de cada 10 productos que se ven en las góndolas de los supermercados, es un derrumbe en las ventas y la producción.
La entrevista con Infobae en el hotel Four Seasons se realizó luego de una reunión de directorio y de la visita de la titular de AFIP, Florencia Misrahi.
Durante la charla, el director ejecutivo de AmCham comentó que las empresas ya tenían previsto un escenario de recesión que durará “mínimo” un semestre, más allá de quién hubiera sido el ganador de las elecciones. Señaló la herencia y valoró el rumbo elegido por Javier Milei para enfrentar la crisis en estos primeros tres meses de mandato: “Representa una visión occidental que el país necesita”. El ordenamiento de precios desde el desbarajuste que dejó el Gobierno anterior, advirtió, no terminó pero si el programa macroeconómico da resultados la inflación puede bajar sostenidamente.
El próximo martes la Cámara de Comercio de los Estados Unidos presentará el 12 de marzo en el Centro de Convenciones de Buenos Aires una nueva edición del AmCham Summit, evento que convoca a figuras del sector público y privado, bajo el lema “Una Argentina viable”. Para Díaz, la desregulación que lleva adelante Milei a través de la Secretaría de Comercio, el proyecto de “Ley Bases” y el DNU70/2023, en especial el “urgente” capítulo laboral que fue suspendido por la Justicia, son buenos ejemplos de las reformas que se necesitan para “devolverle el rol de generador de riqueza al sector privado”. Calificó de “inteligente” la convocatoria al Pacto del 25 de Mayo que realizó el Presidente.
“Eso de que el generador de riqueza es el consumo me parece un poco old school. El crecimiento va a venir de la mano de la inversión”, afirmó. La visión de Amcham también es la de una cámara con 107 años de historia que nuclea a más de 700 empresas que emplean a 420.000 personas en 42 rubros de la actividad económica con un aporte estimado por ellos de 24% del PBI, el 39% de la recaudación fiscal, el 35% de las importaciones y el 45% de las exportaciones.
“La relación bilateral con Estados Unidos está en su mejor momento, hay apoyo. Argentina pasó a ser un posible socio estratégico en el cono sur ante la disociación de Brasil y Colombia con occidente”, sostuvo el CEO de la entidad. En el horizonte ve más rápida una salida del cepo, que debería implicar unificación cambiaria y la posibilidad de girar dividendos, antes que una dolarización “que no debería ser prioritaria”.
— ¿Cómo definiría estos primeros meses de Javier Milei como presidente?
—— Milei representa un cambio en la visión de modelo de país que Argentina necesita. Ir a un modelo de país occidental normal, cosa que no tuvimos en los últimos 20 años, incluidos los de la gestión de Mauricio Macri a pesar de los esfuerzos por tener presencia internacional. Este Gobierno le da al sector privado el rol que le da el mundo: el de generador de riqueza. Por ahí nos encontramos en uno o dos años en una situación mejor, el tiempo también es el factor más importante.
— Las primeras medidas que tomó el Gobierno para enfrentar el desorden macroeconómico profundizaron la caída del consumo y la actividad. ¿Cómo afecta eso a las empresas socias de Amcham?
— Era predecible que íbamos a tener un evento recesivo en el primer semestre del año. Las empresas lo veían independientemente a quién fuera elegido presidente, porque había que restablecer equilibrios de precios. Había muchos productos de consumo con rentabilidad negativa. ¿Cuán sostenible era eso? No se podía acceder al dólar oficial para pagar importaciones y obviamente dividendos. Había control de precios en servicios públicos desfasados con los costos en electricidad, gas, agua, transporte y encima un control en las góndolas. En cualquier escenario teníamos un restablecimiento de precios relativos, algo que todavía no terminó. Es diferente al 2002, cuando el driver de ese proceso fue la mega devaluación. Ahora la gente no sabe lo que vale la leche, la carne y las empresas no saben cuánto van a pagar la energía.
— ¿Cuánto puede durar ese proceso que en el Gobierno denominaron “estanflación”?
— Este acomodamiento va a llevar un semestre, mínimo, hasta que haya más orientación de precios. Si quiero vender a $100 y no me compra nadie, lo bajo a $80; en algunos productos vamos a ver incluso deflación. Obviamente que eso depende que la inflación sea decreciente, que se mantenga el superávit fiscal y comercial. Con eso deberíamos tener un segundo semestre con un comienzo de recuperación en la actividad. El impacto más fuerte está en los productos de consumo masivo, que es donde se siente la pérdida del poder adquisitivo. Amcham tiene 20 compañías socias que representan el 72% de lo que se vende en una góndola en los supermercados. En febrero la caída en las ventas fue del 22 por ciento. En algún momento habrá un punto de inflexión; puede ser en marzo o abril, no más de eso. La pregunta posterior tiene que ver con la recuperación. En 2002 la salida fue en forma de “V”, pero no espero que sea así porque ahora el sistema comercial es mucho más complejo por culpa de los controles de los últimos 10 años. Antes las rentabilidades en mayoristas, supermercados y almacenes de barrio estaban pautadas.
— ¿Considera que la desregulación y la liberalización de precios ayudará a las empresas a salir de la crisis?
— Es importante tener en cuenta que las empresas ahora pueden armar su portafolio de productos y poner los precios en base a su decisión de negocios. Antes no se podía sacar artículos nuevos porque tenían 20 gramos menos o una vitamina distinta para no quedar alcanzado por el control del Gobierno en Precios Justos. Ahora las compañías miran la rentabilidad y hasta dónde va la necesidad de sus clientes, que para las empresas de consumo masivo, por caso, son el retail. También hay que tener en cuenta los cambios en la demanda.
— ¿Se ve un consumo girando hacia segundas marcas o productos más baratos? ¿Cuál es el cambio en el hábito de los consumidores?
— Hace tiempo que pasamos la fase de que la gente vaya de primeras marcas a segundas y terceras. Ahora se debaten en si comprar leche o gaseosa, queso o detergente, cuántas veces se come carne al mes. La discusión es de subsistencia. Dejó de existir el stock en las familias. Salvo que sean de clase alta, compran lo mínimo y a veces van al supermercado todos los días. Por eso digo que da la sensación de que si no hay un fenómeno macroeconómico vinculante, no hay mucho margen para seguir aumentando los precios. Pero esto es una cuestión de oferta y demanda que pasa en todo el mundo. Lo que dejó de haber es un burócrata que te dice qué y a cuánto podés vender.
— El Gobierno busca sostener el tipo de cambio como un ancla de las expectativas y de la inflación. ¿Considera que eso es sostenible?
— Las empresas miran la evolución del tipo de cambio oficial más el impuesto PAIS del 17,5 por ciento. Con un crawling peg del 2% mensual tenemos previsibilidad de esa parte. El costo laboral también juega. Hoy sabemos más o menos el costo de un precio importado. Todavía no se reflejó el aumento de las paritarias que se negocian por estos días. Si van a poder sostener la pauta que tienen para el dólar, dependerá del Gobierno. En el corto plazo hay reformas en las que tienen que avanzar y otras en las que deberán buscar consensos.
— ¿La batalla más importante se va a dar en el Congreso?
— La conformación del DNU 70/2023 y de la ley bases, a pesar de que no prosperó en el Congreso, demuestran que realmente hay una convicción de transformación muy profunda. Es la intención de llevar al país a un estadio correcto, más allá de la cuestión macroeconómica. Esto último lo digo por la discusión de si es con shock o con gradualismo. La experiencia me podría llevar a pensar que el shock era lo más recomendable dada la experiencia de 2015-2019 durante el mandato de Mauricio Macri. Creemos que era el camino más adecuado porque si no es muy difícil transformar. Pero en algunos puntos van a necesitar acuerdos. Por eso me parece inteligente la convocatoria del Presidente al Pacto del 25 de mayo para avanzar. Por ejemplo, la reforma laboral del DNU que suspendió la Justicia nos parece crucial y urgente. Ahí hay que buscar consensos, aunque no quita que haya cosas en las que se pueda avanzar desde el Ejecutivo.
— ¿Están conformes con la eliminación de regulaciones y controles por parte de esta administración?
— La desregulación que está realizando la Secretaría de Comercio de Pablo Lavigne es algo no visto en la historia Argentina. Las empresas comenzaron a tener un rol comercial que no se veía desde hace 20 años. Había regulaciones y medidas que tenían más de 50 años, no podíamos seguir así. Eliminaron las Siras para importar, comenzaron a liberar el acceso al mercado de cambios para pagar al exterior, la evaluación de la Capacidad Económico Financiera (CEF) derogaron la ley de Góndolas y de Abastecimiento que implicaban riesgos de sanciones. Ambas eran mecanismos de apriete que usó el kirchnerismo.
— ¿Qué le parece la propuesta de dolarización de la que habla Milei?
— La dolarización no debería ser prioritaria y no es posible en el corto plazo. No están dadas las condiciones porque faltan divisas. La salida del cepo sí la vemos más cerca, la caída de la brecha en niveles tan bajos y la compra de casi USD 10.000 millones de reservas del Banco Central pueden ayudar. Habrá que esperar para ver si es sustentable. En abril, con el ingreso de la cosecha, puede aliviarse más la situación, aunque la unificación en junio me parece demasiado optimista.
— ¿Eso implicaría una nueva devaluación para unificar el dólar?
— No necesariamente. Va a depender de las condiciones en las que se haga. Ahí también puede jugar la eliminación del impuesto PAIS como condición para tener liberado el mercado de cambios. El trade off es que hoy ese tributo representa un costo para las empresas pero un ingreso de recaudación que el Gobierno necesita en su hoja de ruta fiscal. Es en parte de por qué no quieren coparticiparlo, no lo sacarían más si lo hacen. Después tienen que ver qué va a suceder con la deuda comercial y el giro de dividendos. El camino va a ser largo.
— ¿Cómo ve la relación de Estados Unidos y el Gobierno de Javier Milei? ¿Puede ayudar con un posible nuevo acuerdo con el FMI?
— Es el mejor momento de la relación bilateral, históricamente. Eso más por culpa de la geopolítica que por el rumbo que tomó Milei. El Gobierno estadounidense va a hacer lo posible para ayudar al país, más en este camino que comenzamos a recorrer. La disociación de Brasil con occidente, especialmente manifestada en el último año con la llegada de Lula, hizo que se desactivara como un aliado. Con Petro en Colombia pasa lo mismo. Argentina pasó a ser una oportunidad para tener un aliado estratégico en el cono sur. Con el Fondo no deberíamos tener ningún problema porque las pautas que eligió el ministro de Economía Luis Caputo son mucho más exigentes que las del acuerdo original. Lo que suceda después, si hay un nuevo programa o no, dependerá de las conversaciones que tengan las partes.
— La consigna del Amcham Summit de este año es “Hacia una Argentina viable”. ¿Cuáles son las condiciones necesarias para ser ese país del que hablan?
— La idea es mostrar cuales son los atributos que se necesitan para una argentina viable, pero dicho por los actores de cada sector. El sindicalismo, las empresas, el Gobierno, gobernadores, legisladores, etcétera. También va a ser importante la discusión en torno a los clusters de energía, minería, salud, educación y bioeconomía, los sectores que pueden ayudar a la transformación en el corto plazo. Lo importante es construir un camino de mayor certidumbre a la hora de definir una Argentina potencialmente visible para los inversores. Estamos convencidos de que el crecimiento va a venir de la mano de la inversión, eso de que el generador de riqueza es el consumo me parece un poco old school. Los tres factores claves son la estabilidad de la macroeconomía, establecimiento de reglas claras y un comportamiento promercado en las nuevas regulaciones.